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La frase...

"Te lamentas continuamente de cosas que dejaste de hacer o que hiciste mal en el pasado, como si eso sirviera ahora de algo. ¿Por qué no te perdonas y aceptas que hiciste lo mejor que sabías en cada momento y lugar?, tienes derecho a evolucionar."

jueves, 10 de octubre de 2013

En la oscuridad.

Estando en la oscuridad aprendí que abrazándome a mi misma, podía entrar en calor.  Estando en la oscuridad aprendí que no necesitaba de nadie, que con mis propias manos podía secar mis lágrimas.
Sentir que caemos y caemos, y así seguimos cayendo en una especie de pozo sin fin... caemos, en medio de la nada, rodeados de oscuridad, no vemos salida, no vemos opción, seguimos cayendo, y aunque no sabemos cuando, sabemos que irremediablemente tarde o temprano tocaremos fondo, y en ese fondo no habrá ningún colchón que amortigue nuestra caída, cuando toquemos fondo será nuestro fin. Nos resignamos a esta idea y perdemos cualquier esperanza, simple y sencillamente aceptamos el más mediocre de todos los destinos, y desistimos de la idea de luchar y hacerle caso a nuestro instinto natural de supervivencia... nos dejamos morir.

Todos hemos pasado por esta desesperanzadora sensación, es nuestro pozo el que adopta diferentes nombres y formas. Para algunos su pozo podrán ser los estudios, quizá para otros los problemas económicos, familiares, la baja autoestima, los transtornos alimenticios, las depresiones, las rupturas amorosas, la partida de un ser querido, el abandono de quien amamos... un pozo puede adoptar infinidad de formas, pero sea cual sea la forma que adopte, hay algo que jamás cambiará si de pozos hablamos: la oscuridad.

¡Es tan difícil no dejarse vencer!, en esos momentos en los que sentimos que ya no hay nada que perder, porque no tenemos nada por qué luchar, nadie que nos apoye, nadie que nos cuide o siquiera se tome el tiempo de preguntar qué nos sucede, cómo estamos... no hay nada, no hay nadie.

Dicen que ahí está Dios, que él siempre está... sí, creer en Dios es bueno, es natural, yo misma creo en Dios, verdaderamente le creo real, sin embargo pienso en Dios como un ser espiritual y superior, que me ama, pero que al mismo tiempo es como un padre  que enseña a su hijo a andar en bicicleta: le engaña haciéndole pensar que en ningún momento le soltará, y cuando el niño mira hacia atrás, ya no está la mano del padre que le sostiene, y simple y sencillamente de manera inevitable se estrella, cae, se lastima y llora, y aunque el padre después le consuela, la herida ya está hecha, la sangre ya está derramada. Dios está ahí, pero su presencia no evita que las cosas pasen, no evita que duelan.

También dicen que ahí están los amigos... ¿adónde?, no lo sé, jamás les ví estar verdaderamente, únicamente les ví fingir que estaban, actuar como si les importara, pero su actuación era tan pobre que preferí pedirles que ni actuaran, que simple y sencillamente se alejaran.

También juran que la familia está, que la familia siempre estará, que la sangre jamás abandona... Es cierto, los lazos familiares son fuertes, siempre está presente ese "llamado de la sangre" que nos hace sentirnos comprometidos moralmente con los nuestros, sin embargo, aunque la sangre obliga a la presencia, no nos vuelve del todo compatibles, y muchas veces la familia es la que menos entiende, la que más reprocha y critica, la que más regaña y menos consuela.

¿Y el amor? sí, el amor ahí está, pero es un pájaro libre, un día viene y al otro se vá... por lo menos en la mayoría de los casos es así. 

Entonces ¿no hay nada ni nadie? no hay Dios, no hay amigos, no hay familia ni hay amores... Pero hay alguien que siempre estará, que irremediablemente se quedará hasta el final, y ese alguien somos nosotros mismos. 

¡Quien sabe contar consigo mismo, es la persona más poderosa del mundo! una persona imparable, segura, confiada, que sabe que puede llegar hasta donde se proponga llegar, porque las verdaderas paredes las levantamos nosotros mismos, nuestro peor enemigo somos nosotros mismos... y también podemos llegar a ser nuestro mejor amigo, nuestro mismo socio y aliado, el más poderoso de todos.

Estando en la oscuridad aprendí que abrazándome a mi misma, podía entrar en calor. 

Estando en la oscuridad aprendí que no necesitaba de nadie, que con mis propias manos podía secar mis lágrimas.

Estando en la oscuridad aprendí que bastaba cantar en voz alta para romper el ensordecedor silencio. 

Estando en la oscuridad aprendí que eran mis propias piernas las que me ayudarían a encontrar mi camino, que nadie más iría por la vida empujándome.

Estando en la oscuridad aprendí que yo era la que decidía en qué creer, en quién confiar, a quién buscar... yo decidía qué hacer y que no, qué decir y qué callar, yo decidía si amaba, si perdonaba, si daba segundas oportunidades o terminaba con todo.

Sí... soy yo, no es nadie más, no hay nadie más; Y cuando comprendí todo esto la oscuridad de mi pozo se volvió luz, y la caída dejo de ser caída y se convirtío en carrera: la carrera de mi vida, una carrera que implicaba autoconocerme, autorealizarme, porque me tenía a mi misma, tenía salud, educación e inteligencia de sobra... lo tenía todo. 

Así fue como aprendí a creer en mi misma, y a no esperar nada de los demás.

-AdriannaRossi.- 

4 comentarios :

  1. Hermoso texto. Se aprende mucho de los errores. Me gusta tú manera de pensar.
    Besos

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  2. Sin la oscuridad jamas podriamos sobrevivir.


    Besos

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  3. Me identifiqué muchísimo, me encantó la entrada. Pásate, tienes un blog muy inspirador.
    Un abrazo.

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  4. Me gusta mucho esta entrada, yo afortunadamente ya aprendí a creer en mi misma y como si fuera poco, también a no esperar nada de los demás. Es de las mejores enseñanzas que uno puede tener de por vida, porque eso implica que nosotros mismos nos acompañaremos siempre. Que gusto que ahora te conozcas y seas tu mejor amiga, se lo que se siente ♥

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