Hemos dejado de ser niños, pero tampoco jugamos a ser grandes... somos adultos a medias, que redescubren la belleza del amor cada mañana y cada madrugada.
Fue un diez de octubre que todo comenzó... así, de la nada, sin ser esperadas, sin ser pensadas ni planeadas, las cosas simple y sencillamente se dieron. No fue el principio del fin, sino el fin del principio. Rompimos la rutina, nos deshicimos de las ataduras, de los miedos, de los complejos... nos atrevimos a ir más allá, nos atrevimos a ir más lejos que nunca, nos entregamos por completo, y prenda a prenda, nos despojamos de todo.
En cuerpo y alma nos entregamos al otro, nuestros labios temblaban, y torpes pero decididos, nuestros cuerpos supieron conectarse, nuestras miradas supieron encontrarse y lo supimos: era el momento y el lugar, no había marcha atrás, eras tú, era yo, no había más... quizá fue el destino, o simplemente la ocasión se prestó, pero fuimos nosotros quienes decidimos que no sería un error.
Fue un diez de octubre en que te amé por primera vez... fuíste el primero, y me prometí que serías el último. Son de esas decisiones que marcan tu vida, de esos momentos que sólo se viven una vez, y no se pueden repetir. Esa decisión quizá marcó el rumbo que tomaría mi vida, el rumbo que tomarían nuestras vidas convirtiéndose en una sola. Me amaste y te amé, y a partir de ese preciso momento ya nada más importó.
¿Qué es la virginidad?, más que un estado físico, es una atadura mental y sobrevalorada... una atadura de la que me deshice encontrándome contigo. Mis labios se encontraron con los tuyos, y no pudieron resistirse, mis manos se perdían en tus cabellos, y las tuyas en mi cuerpo... Ahí estabamos los dos, encontrándonos por primera vez, entregándonos por completo, amándonos como nunca, amándonos como siempre.
El sudor recorrió tu cuerpo, y se abrió camino por el mío... ya no supe adónde terminabas tú, ni dónde comenzaba yo, y de eso precisamente se trataba: de convertirnos en uno solo.
Aquél 10 de octubre del año que cambió mi vida, hoy lo recuerdo como la mejor decisión que he sabido tomar... Quizá fue el destino, o simplemente un golpe de suerte, pero no me cuestiono qué fue, no me pregunto cómo pasó... lo disfruto y lo agradezco cada día, desde entonces y hasta ahora, desde entonces y hasta siempre.
Desde aquél día, los 10 de octubre se han repetido varias veces a la semana, pero las cosas ya no son iguales, como todo en esta vida, con el tiempo todo cambia...
Y es que ahora te amo más que nunca, y ahora me besas con más ganas; Ahora entendemos lo que hacemos, y verdaderamente lo valoramos. Hemos dejado de ser niños, pero tampoco jugamos a ser grandes... somos adultos a medias, que redescubren la belleza del amor cada mañana y cada madrugada.
Ahora sé cómo encontrarte, conozco la manera y el lugar para tocarte; Conozco tus fantasías y tus miedos, sé cómo te gustan las caricias y cómo sacarte el aliento con un beso... Ahora no tengo miedo de perderme, pues sé que tú me cuidas y contemplas; Ahora no existen complejos ni tabúes... entre tus brazos encontré mi lugar ideal, y sé que ahí mismo, sobre tu pecho desnudo puedo morir, viajar al cielo y regresar.
Fue un 10 de octubre en el que comprendí el significado de esa vieja expresión sobre "hacer el amor."
-AdriannaRossi-
No hay comentarios :
Publicar un comentario