La vida no es una carrera.

La vida se trata de saber cosechar las muchas o pocas semillas que se nos entreguen, y de disfrutar de este oficio.

Así vamos, caminando por la vida, como quien si verdaderamente sabe hacia dónde va... fingiendo y aparentando tener un punto claro hacia el cual dirigirse. Y es que los seres humanos vivimos de apariencias, siempre buscando que nos encuentren con una sonrisa en la cara, y que todos piensen que nos va bien. Cuando nos preguntan cómo estamos, nunca respondemos con la verdad... una respuesta simple, predecible y seca, la misma de siempre: todo bien. 

Vamos por la vida, corriendo sin antes aprender a caminar, tropezando una y otra vez, sin darnos el tiempo de curar las heridas, sin poner vendajes en nuestros ya incontables raspones, y de gota a gota, por muy insignificante que parezca, estamos muriendo desangrados. Dejamos un rastro de sangre tras nuestro avanzar, un rastro de sangre que ya parece formar parte del paisaje, de nuestra historia, de la pintura de nuestra vida, pintura en acuarela roja, diluida con unas muchas gotas de sudor, y lágrimas que se pierden entre eso. 

¿Adónde pretendemos llegar? si así como vamos, revestidos de puros huesos y sesos que se desploman, nos convertiremos en una nada, invisibles, imperceptibles, sin ningún reflejo de vida, sin ningún suspiro de sueños. Nos rebuscamos por sobrevivir, y nos conformamos con seguir existiendo, pero olvidamos que no estamos aquí para eso, sino para vivir, y vivir es verdaderamente disfrutar y realizarnos, vivir va mucho más allá de esto, mucho más allá de todo. Vivir es descubrirnos por completo, descubrir lo que el mundo tiene para dar en su totalidad, vivir es amar y odiar, reír y llorar, vivir es equivocarnos, y aprender de cada error, caer y levantarse, pero ir a nuestro propio paso, sin presiones... vivir para uno mismo, para nuestra felicidad, sin buscar complacer opiniones y ambiciones ajenas, sin convertirnos en títeres de nadie.

Vivir es dejarse llevar y disfrutar el momento, ser precavido, pero sin permitir que nuestra existencia se vea atormentada, pensando en lo que será del mañana, y de lo que no pudo ser en el ayer.  Vivir es desnudarse sin miedos ni ataduras, sentirnos bellos con cada imperfección de nuestro cuerpo perfecto. Vivir es reírnos de nuestras equivocaciones, y no condenarse a la ignorancia, saber que por muy viejo o joven que se sea, jamás es demasiado tarde o temprano para comenzar a aprender.

¡Eso es! eso exacto. Vivir es comer sin pensar en calorías, y correr, sin pensar en que esto es un ejercicio. Vivir es tomar cada reto como eso, un reto, una oportunidad de ser mejores, y no un castigo.  Vivir es tirarse del tobogán más alto, sin mirar hacía abajo... mirando hasta el cielo, sintiendo volar. Vivir es eso, alcanzar el cielo, o por lo menos intentarlo.

Vivir es atreverse a más, a más de lo que se espera, a más de lo que se imagina... tomar riesgos con la firme certeza de conquistarlos. Vivir es dejar los miedos de lado, para después.

Ya no quiero fingir más que sé hacía dónde voy, quiero verdaderamente descubrir mi camino, saberlo. Si caigo y me golpeo, no quiero levantarme como a quien se le acaba el tiempo, quiero tomarme un respiro y curar mis heridas, quiero seguir imparable, pero a mi propio paso.

La vida no es una carrera, no se trata de quien llegue primero o quien llegue último, no se trata de quien tenga más o menos, ni tampoco de aquél que mejor se conserve, o el que más se descuide... la vida se trata de quién más disfrute, por mucho o poco que tenga, se trata de quién verdaderamente se encuentre, de quien sepa ser feliz, y hacer maravillas con lo que el destino le brinda. La vida se trata de saber cosechar las muchas o pocas semillas que se nos entreguen, y de disfrutar de este oficio.

Al final, lo importante no es llegar a la meta, sino haber disfrutado, gozado y aprendido en el trayecto.

-AdriannaRossi.-