Todos tenemos un historia, todos tenemos algo que contar, todos necesitamos sentirnos queridos, todos buscamos ser escuchados.
Hay personas que tienen mucho, personas que tienen más de lo necesario, personas que tienen demasiado.
Hay personas que han nacido destinadas a tenerlo todo, a no conocer carencias, a que no les falte nada, personas destinadas al éxito, personas que viven bien, y siempre lo harán.
Hay personas que siempre obtienen lo que quieren, de una u otra manera, personas que desde pequeños se acostumbraron a ver cumplidos sus deseos y caprichos, personas que crecieron pensando que eran los reyes del mundo.
Hay personas que durante tu vida, siempre que han tenido hambre, han sido capaz de calmarle simple y sencillamente abriendo el refrigerador.
Hay personas que durante toda su vida, siempre que han tenido frío, les ha bastado caminar hasta el armario y buscar una prenda que les abrigara, un pedazo de trapo que refugiara su cuerpo del frío.
Hay personas que siempre han tenido qué vestir, qué calzar, qué comer, con qué jugar... hay personas a las que jamás se les ha negado nada, personas que no conocen el verdadero rechazo, la verdadera discriminación.
Hay personas que jamás se han tenido que preocupar por qué será de ellos el día de mañana, personas que viven con la certeza de que siempre tendrán un techo sobre sus cabezas, una cama cálida y cómoda sobre la cual dormir en la noche, y un buen y caliente café esperándoles a la mañana siguiente.
HABEMOS PERSONAS QUE EN DEFINITIVA, TENEMOS DEMASIADO... y sí, somos la gran mayoría.
Esos que siempre lo tuvimos todo, y jamás tuvimos que entregar nada. Esos que de niños pedíamos y pedíamos, y esperábamos ser complacidos, porque simple y sencillamente habíamos crecido con la mentalidad de que nuestros padres estaban en la OBLIGACIÓN de hacernos felices, y dárnoslo todo.
Todos nosotros, somos de esas personas. Personas que visten y calzan bien, personas que comen bien y tienen la capacidad de darse sus gustitos, personas educadas, estudiadas, bachilleres y universitarios, con grandes aspiraciones en la vida... porque para eso se nos ha educado siempre: PARA LLEGAR LEJOS.
¿Y qué damos nosotros a cambio entonces?, si lo tenemos todo, y más que eso... ¿a cambio de qué?, ¿qué le devolvemos al mundo? ¿en qué manera le agradecemos al destino nuestra buena fortuna?
Creo que simple y sencillamente no lo hacemos. ¿Y si lo hiciéramos?, ¿y si lo intentáramos siquiera?
¿Y si el día de ahora decidimos preparar doble ración de comida, y alimentamos a algún desvalido que se postra en cada semáforo de cualquier calle, en cualquier país del mundo?
¿Y si compramos un juguetito, sencillo pero significante, y lo donamos a algún hogar de niños, que muy probablemente jamás conocerán ni la cuarta parte de privilegios que nosotros hemos disfrutado?
¿Y si caminamos a nuestro armario, y sacamos alguna "colchita" y la regalamos a alguna persona sin hogar, que probablemente no tiene mayor abrigo y refugio en las noches, más que la ropa que lleva puesta?
¿Y si compramos unos zapatos, no para nosotros, sino para alguno de los tantos olvidados y desvalidos que se pasean sobre el pavimento ardiente del medio día, en las calles de la ciudad?
¿Y si compramos un paquete de galletas, y vamos por la calle regalando una, a cada persona que se acerque a pedirnos una moneda?
¡Podemos hacer tanto! y sin embargo no hacemos NADA.
Quizá no podamos cambiar el mundo, pero en definitiva todos podemos alegrar el día de una persona, todos podemos hacer sentir importante, querido y recordado, a algún pobre individuo que por lo general se siente invisible ante la sociedad.
Todos tenemos un historia, todos tenemos algo que contar, todos necesitamos sentirnos queridos, todos buscamos ser escuchados.
HAGAMOS ALGO, DEJEMOS DE IGNORAR. Devolvamos al mundo tan sólo un cachito de lo mucho que tenemos.
¿Se animan? ... yo ya comencé.
Hace tres días regalé un emparedado y una soda a una pobre señora que se paseaba por la calle con su pequeño bebé en brazos, y otra niña un poco mayor de la mano. Se veían hambrientas y cansadas, y aunque yo también sentía llorar mis tripas, cuando ella se acercó a pedirme una moneda, no lo dudé
El día de ayer doné algunos libros y juegos infantiles, a una organización que se dedica a recolectar libros, buscando crear una pequeña libreria para los niños de un hogar. Habían tantos libros para niños, y juguetes olvidados en mi casa... cosas que se estaban desaprovechando, y que otros estaban necesitando, me sorprendí de lo mucho que podía hacer y dar, sin gastar un sólo centavo.
El día de ahora mientras ordenaba mi habitación, comencé a sacar de mi armario toda aquella ropa que ya no me ponía, para donarla, y en menos de lo que me fijé, la ropa ya no cabía en el saco en el que la iba metiendo....
Es tanto, es DEMASIADO lo que podemos hacer, ¿por qué no lo hacemos?
-AdriannaRossi.-
Te doy la razón, a veces lo que tenemos es más de lo que necesitamos! Y compartir con otros no está mal. Yo trato de hacer una buena acción de vez en cuando, a veces me da la impresión que no me sobra, pero también me he dado cuenta que la sensación al compartir es agradable! Por eso lo hago!
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